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A los que tenemos la costumbre de asistir a todos los actos culturales, sociales, deportivos o políticos del pueblo; algo que no tiene que ser bueno ni malo, sino necesario, siempre nos queda la impresión de que la casa de la cultura, lugar que es el escenario más utilizado para todo tipo de eventos, hay que llenarla con más público.
Siempre existe el comentario, absolutamente cierto por otra parte, que el único evento que consigue "reventar" el teatro es el CERTAMEN de CARNAVAL. Pues Orencio consiguió el sábado que los últimos en acudir a escuchar su pregón no tuviésemos sitio para sentarnos.
Sin ser presuntuoso, yo lo intuía. Es el pregonero más joven que ha tenido Belmez y además de ser un tío muy querido en el pueblo, tiene un buen grupo de grandes amigos, y otro buen número de belmezanos y belmezanas que somos seguidores suyos.
Antes de empezar ya había triunfado, por llamar su humilde pero contundente poder de llamada en términos artísticos. Había creado expectación, y eso hablando de un pregón de feria, es muy difícil. Y lo dice uno que no se ha perdido ni uno en los últimos 10 o 15 años, o incluso alguno más.
Un periodista al uso podría decir objetivamente que su pregón estaba muy bien redactado, perfectamente desarrollado y mejor expuesto. Que nos habló de "su feria", de cómo él ha vivido la feria de Belmez desde su infancia y cómo ha pasado los años junto a sus amigos y familiares en el recinto ferial.
Mis pregoneros preferidos han sido Don Rafael Torquemada, Daniel Solano Sújar y mi padre. No creo que ninguno necesite presentación a estas alturas. A partir del sábado sumo a esta terna el nombre de Orencio, pero con algunos ingredientes más. A los tres primeros me unen unos lazos sentimentales de los que no me voy ni quiero desprenderme nunca, y por eso no puedo ser muy objetivo; pero es que Orencio ha contado "mi feria", la que todos los belmezanos y belmezanas con una edad entre 25 y 45 años hemos vivido.
No voy a contar nada del contenido del pregón, el que lo desee debe, le aconsejo humildemente que lo lea cuando pueda. Si no pudiste o quisiste ir, búsca y léelo. Todos los que estuvimos allí tanto presentes como ausente disfrutaron mucho, que es "lo que Orencio quería, sin más".
A sus familiares los hizo sentir orgullosos, especialmente a su madre, os asistentes pasamos un buen rato, e incluso consiguió emocionarnos, y a los que llevamos algún tiempo intentado que fuera nuestro pregonero contentos.
Por eso, y como no soy un periodista al uso, sólo le digo en mi crónica: GRACIAS.
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El acto, presentado por al concejala de cultura, Aurora Alcalá, sirvió también para coronar a las reinas y damas de las fiestas.
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Y esta última foto que tomé un buen rato después de que nuestro pregonero terminara "su actuación", seguramente no sea la mejor de toda la noche, pero a mi es la que más me ilusión me hizo.
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